jueves, 15 de enero de 2009

Secretos...

He vuelto a los cuatro años, a la casa de la abuela, a tu habitación, a mi pasión. Soy pequeña, unos 70 centímetros se elevan sobre el piso, dos más se agregan al ponerme de puntillas. Miro por encima de tu escritorio, apenas puedo ver las maravillas que descansan sobre el cristal que lo cubre, descubro mil tesoros que no conozco, que brillan y marcan pasos como tierra.

Veinte repisas emergen de las paredes verde agua; me acerco, huele a viejo, encuentro las pupilas en el medio de mi rostro, la visión es distinta, mil nuevas formas se dibujan frente a mí.

He conocido el placer sentada en un sillón, te he visto pasear de un lado a otro con un extraño objeto en las manos, lo conozco pero no sé su nombre. Te observo gesticular mientras repites, casi en silencio, cosas que parecen recitadas desde el interior de tu tesoro; no lo entiendo, mueves tu mano, un ala se levanta sobre la superficie y luego se vuelve a dormir. Lo has encontrado, lo repites mucho, es entonces cuando entiendo; eso que llevas entre las manos es un ser viviente -un pajarito quizá-, me miras a los ojos mientras me indicas que escuche: “Emma no estaba dormida, pero fingía dormir, y a medida que Charles se iba adormeciendo allí a su lado, ella despertaba a otros sueños bien diferentes…”[1]

Mi mente ha volado, no conozco el sitio a donde lo ha hecho, pero he visualizado tus palabras, en mi imaginación se han ido dibujando… desconozco quién es Emma y mucho más quién es ese tal Charles, pero los he visto ahí, tendidos en una cama, repitiendo mi actitud cuando creo que aún es muy pronto para dormir.

Sé que he podido preguntarte y que gustoso me darías una respuesta, pero me parece una imprudencia, quizá el pájaro que llevas en las manos podría despertarse con el ruido de mi voz, creo que es mejor guardar mi pregunta.

He corrido a preguntarle a mamá qué es eso que siempre traes en las manos y que me ha hecho viajar hasta un sitio fuera de cualquier dimensión ¡Un libro!, ¿qué es un libro?, ¿de verdad en tan pocas letras puede resumirse la magia?

Estoy aprendiendo a contar hasta 200, así que decido practicar; me siento en el piso mientras tú escribes, paso mis ojos por las repisas y encuentro el principio; uno, dos, tres, cuatro… He llegado a 200 y aún hay más, así que empiezo de nuevo, otra vez y una vez más.

Dice mi abuela que has escuchado el alma de todos, ¡cuatro veces doscientos!, son muchos libros. ¿Cómo los oyes a todos?, yo no puedo, he abierto dos al mismo tiempo, los he pegado a mi oído y no he logrado escuchar ni un susurro, no sé tu secreto, no aún.

Se ha hecho tarde, es hora de dormir; mi sueño es extraño, muchas voces dicen cosas que no entiendo, todos hablan a la vez y no puedo acertar a concentrarme en cada uno. Mil alas recorren mi habitación, haciéndome girar; me despierto, no entiendo por qué tus pájaros han invadido mi sueño.

Le he preguntado a papá cuál es su secreto, ha accedido a revelarlo:

-Yo creo que ellos te eligieron, eres afortunada. En cuanto al secreto: abre uno a la vez y escucha, ¿recuerdas lo que te ha enseñado tu mamá?

¡Ahora entiendo!, me están enseñando a leer y es esa la forma en que puedo escucharlos.

Dice papá que cada libro tiene su alma, como las personas, que tengo que poner amor para escucharla y que los debo tratar con respeto porque son sabios. ¿Amor? Lo único que he oído de eso es cuando mis papás se dicen cosas y cuando mi tío habla de Romeo y Julieta, ¿quiénes son esos dos?, seguro tus libros lo saben, así que les preguntaré.

He encontrado un señor libro que dice Romeo y Julieta, lo leo, me empeño en eso, pero no entiendo mucho, para empezar tienen nombres raros y dicen palabras que yo no conozco; mejor te pregunto a ti.

-Tío, ¿qué es el amor?

-Amor es eso que nos une, lo que hace que tu corazón lata fuerte cuando nos vemos, lo que nos mantiene cerca cuando no lo estamos.

Ahora entiendo el amor, pero todavía no descubro por qué me eligieron en ese sueño, quizá después me lo digan solitos.

Mi abuela Cristina se ha enterado que ya conozco a esos señores, así que ha decidido presentarme a uno nuevo, sólo que este será mío, como un hermano grande que me contará historias.

A este nuevo señor si le entiendo, cuando me habla al oído sí puedo ver sus historias en mi mente; me está gustando esto de ir a lugares sin tener que subirme al coche.

Lo de los señores libros me parece fantástico, primero siento revolotear mariposas en mi estómago cada vez que le pregunto una historia y luego, puedo hacerme grande o chiquita, según la mente que se haya metido en él; a mí me gusta más ser princesa, pero hay unas veces en que me divierto siendo conejo o señora grande. ¡Son tan divertidos!, y son mis amigos. Ya me han dicho por qué me visitaron, ellos también creen que soy divertida porque les pongo colores y formas a sus historias.

Cada día que pasa descubro un nuevo amigo, cada vez me gusta más y más escucharlos, de vez en cuando todavía les digo “señor”, pero a veces los llamo por sus nombres, por las voces de hombre o mujer que les han dado vida y ellos se ponen contentos, pues saben que soy una vieja amiga.

¿Sabes? Ahora que he entendido eso que querías enseñarme cuando les abrías las alas para que yo pudiera oírlos, he decidido que algún día, cuando sea mayor, yo también voy a usar mi voz para ponerle alma a un nuevo libro, pues de esa forma todas las personas de mis sueños pueden tener un hogar en la mente de otros como yo.



[1] Madame Bovary, Gustave Flaubert

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